El principio básico que ha dirigido nuestra intervención ha sido el reconocimiento de la realidad de cada mujer y las diversas intersecciones que las atraviesan.
Abordando la prostitución desde una dimensión individual, de respeto y valoración de las identidades y experiencias de vida de cada una de las personas; y desde una dimensión socio-comunitaria, con el diseño de estrategias flexibles que intentan dar respuesta a toda esta complejidad.
Una actitud de respeto consciente, reconocimiento, sin emitir juicios de valor, es la forma que Askabide tiene de luchar contra el profundo estigma social que soportan estas personas por ejercen una actividad rechazada socialmente
Con esta forma de hacer, hemos conseguido que Askabide sea para ellas un lugar de encuentro, libre de prejuicios, donde compartir de forma igualitaria, con otras compañeras, profesionales, y personas voluntarias sus preocupaciones, necesidades, sueños, en definitiva, su cotidianidad.
Askabide cree firmemente que son ellas, las personas que viven la realidad de la prostitución día a día, las que deben ser protagonistas de su crecimiento y destino, reflexionando sobre temas que las afectan, proponiendo soluciones y tomando decisiones que puedan transformar el escenario en el que se desarrolla la prostitución.
En esta línea, desde Askabide se trabaja para generar procesos de empoderamiento individuales y colectivos, que permita la autonomía de las mujeres en el acceso a los distintos recursos, en la reivindicación y desarrollo de sus derechos, y en la búsqueda y creación de herramientas propias y útiles de cara a salir de las situaciones de grave exclusión social en la que pueden estar de forma continuada.